El eslabón fuerte de la cadena logística

El 26 de diciembre de 2020, día de la llegada a España de la primera remesa de vacunas contra la COVID-19, es una fecha que, sin duda, pasará a los anales de nuestra historia.

Para nuestra sociedad, economía y salud porque significó, el principio del fin de la pandemia. Y para aquellas empresas que, como TIPSA, tuvimos el inmenso honor y responsabilidad de formar parte de la cadena logística encargada de mover las primeras vacunas, porque supuso el mayor reto que jamás habíamos encarado.

Fue un auténtico ‘hic et nunc’. Un aquí y ahora en el que se puso a prueba la calidad, tecnología, infraestructura e incluso resiliencia, de toda la cadena logística implicada. Cumplir con el cometido encomendado suponía entrar por la puerta grande en la historia de nuestro sector. Fallar, por el contrario, habría supuesto un perjuicio muy serio a la reputación de nuestra marca y, muchísimo más grave, habría significado privar de la vacuna, aunque fuese temporalmente, a quienes más la necesitaban.

Ahora bien, aunque las vacunas supusieron una nueva esperanza, también trajeron consigo un nuevo reto logístico inmenso. Al fin y al cabo, hablamos de millones de unidades que debían entregarse en tiempo récord en todos y cada uno de los rincones de nuestra geografía, preservando en todo momento unas condiciones de almacenamiento, transporte y control de la temperatura sumamente complejas. Tanto, que hasta ese momento hablar en España de transporte nacional a -80 grados habría sido prácticamente un oxímoron… Y todo ello sin obviar además la máxima confidencialidad y estricta seguridad requeridas, lo que sin duda incrementó, aún más, la complejidad de la operativa.

Ante tamaño reto, no habría sido baladí preguntarse cuál de los muchos agentes implicados iba a acabar siendo el proverbial eslabón débil de la cadena logística… ¿Los encargados a nivel europeo del almacenaje y la logística? ¿El intermediario que transportó las vacunas a España? ¿O TIPSA, quienes tuvimos la responsabilidad de transportar las primeras remesas hasta cada Comunidad Autónoma para que estas las redistribuyesen a lo largo de su territorio?

Ni unos ni otros. Ese día, y todos los días que le siguieron, las empresas implicadas estuvimos a la altura del reto, demostrando que la mejor logística se hace en cadena, a base de aprovechar y crear sinergias.

Todos los implicados fuimos, en definitiva, el eslabón fuerte, consiguiendo cumplir, me gusta pensar que con nota, la entrega de las vacunas. Fue uno de esos momentos de todo o nada, de triunfar o fracasar; y que, en el caso de TIPSA, recompensó nuestro arduo trabajo para posicionarnos como el referente de calidad en el sector del transporte a temperatura controlada.

Y es que, obviamente, cumplir con una logística tan compleja como fue el transporte de las vacunas no es algo que se pueda hacer de un día para otro. Se requieren años de esfuerzo y un compromiso absoluto con la calidad y con los servicios de valor añadido. Comprometerse con un sector en el que los fallos, de haberlos, pueden costar vidas, y en el que la excelencia no es más que el punto de partida.

Más concretamente, para TIPSA supuso el esfuerzo de adaptar nuestras naves, delegaciones y flotas de vehículos a los requisitos del sector farmacéutico; ser casi los únicos en contar a nivel nacional con la certificación Applus en Buenas Prácticas en la Distribución de Medicamentos y con el certificado de Operador Económico Autorizado; y tener la previsión de construir un nuevo HUB central con 5.000 metros cuadros dedicados, en exclusiva, a la temperatura controlada. Un HUB que además cuenta con la más moderna, y posiblemente más grande, infraestructura logística del país.

Por supuesto, la infraestructura, los certificados y la tecnología hubiesen sido insuficientes si TIPSA no contase con la que, estoy convencido, es la red de transporte urgente más motivada y mejor preparada del sector. Más de 2.500 profesionales que, ante el reto de transportar las vacunas, volvieron a hacer gala de su gran esfuerzo y de su dedicación. Por ello, también quiero aprovechar estas líneas para agradecer a la Familia TIPSA por ser eso, una familia que está a las duras y a las maduras.

Por último, pero no menos importante, considero que la experiencia de transportar las vacunas debería hacernos reflexionar sobre qué implica para la logística dar un servicio basado en la calidad. Y es que, siendo obvio que una operativa tan compleja como la de transportar las vacunas requiere de una calidad a prueba de balas, creo firmemente que nuestro compromiso con la excelencia no debería ser menor a la hora de entregar, por ejemplo, una camisa, un pintalabios o una tostadora.

Al fin y al cabo, en el mundo globalizado e hiper competitivo en el que nos encontramos, en el que un ecommerce debe competir con negocios de alrededor de todo el globo, el mejor camino que tenemos las empresas de transporte para cumplir con las expectativas de nuestros clientes y destinatarios no es otro que el de ofrecer calidad, calidad, y más calidad.

Esta es una forma de entender el negocio que, por obvio que resulte a día de hoy, no siempre fue comprendida por parte de un sector acostumbrado a enzarzarse en guerras de precios en los que la primera víctima siempre era la calidad del servicio. Afortunadamente, el tiempo ha llevado a que buena parte del sector del transporte urgente vuelva al modelo que siempre ha sido la seña de identidad de TIPSA: Demostrar, día a día, que de verdad nos gustan los envíos de nuestros clientes.

Y, ya para concluir, aprovecho para despedirme con una cita del filósofo y poeta estadounidense Ralph Waldo Emerson: “El entusiasmo es la madre del esfuerzo y, sin él, jamás se consiguió nada grande”. Por tanto, no perdamos nunca el entusiasmo. O, como nos gusta decir en TIPSA, por muy difícil que pueda antojarse el futuro, sigamos siempre con “la ilusión del primer día”.

Antonio Fueyo Rodríguez, director general de TIPSA

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